LEYENDA DE EL DORADO
De todas las leyendas de América precolombina, ninguna ha sido tan universalizada como la de “El Dorado”.
Cada
vez que se posesionaba un nuevo cacique, los muiscas organizaban una
gran ceremonia. El heredero, hijo de una hermana del cacique anterior,
quien antes de esto se había purificado aunando durante seis años en una
cueva donde no podía ver el sol, ni comer alimentos con sal, ni ají, ni
mantener relaciones sexuales con mujer alguna, era conducido a la vera
de la laguna donde los sacerdotes lo desvestían, untaban su cuerpo con
una resina pegajosa, lo rociaban con polvo de oro, le entregaban su
nuevo cetro de cacique, un propulsor de oro y lo hacían seguir a una
balsa de juncos con sus usaques o ministros y los jeques o sacerdotes,
sin que ninguno de ellos, por respeto, lo mirara a la cara.
El
resto del pueblo permanecía en la orilla donde prendían fogatas y
rezaban de espaldas a la laguna, mientras la balsa navegaba en silencio
hacia el centro de la laguna. Con
los primeros rayos del sol, el nuevo cacique y su séquito arrojaban a
la laguna oro y esmeraldas como ofrendas a los dioses. El príncipe,
despojado ya del polvo que lo cubría, iniciaba su regreso a la tierra,
en tanto resonaban con alegría tambores, flautas y cascabeles. Después,
el pueblo bailaba, cantaba y tomaba chicha durante varios días.
buen blog, gracias por la informacíon
ResponderEliminarLeyenda sobre el origen de los muiscas
ResponderEliminarEn una época no había nada sobre la tierra. La primera que la habitó fue una mujer joven y fuerte que salió de la laguna de Iguaque por entre la niebla helada y el viento sonoro del páramo. Se llamaba Bachué y llevaba de la mano a un niño de tres años. Ambos bajaron al valle y construyeron una casa donde vivieron hasta que el niño creció y pudo casarse con Bachué. Tuvieron muchos hijos (a veces Bachué tenía cuatro o seis a la vez), con lo que comenzó a poblarse el territorio muisca. Bachué le enseño a cultivar la tierra y a adorar los dioses. Después de muchos años, Bachué y su esposo, ya viejos, regresaron a la laguna de Iguaque donde se despidieron de la multitud que, llorando, los veía partir. De repente los ancianos se transformaron en don inmensas serpientes y desaparecieron bajo las aguas tranquilas de la laguna. Bachué se convirtió en la diosa de la fertilidad, la que hacía que la tierra diera frutos y las familias tuvieran muchos hijos.
Leyenda de la Creación del Mundo
ResponderEliminarCuando era de noche y antes de que hubiera nada, estaba la luz metida dentro de algo grande, que era un ser omnipotente: Chiminigagua. Este ser luminoso comenzó a amanecer y a mostrar la luz que en sí guardaba. Procedió luego a crear cosas, empezando por unas grandes aves negras, que mandó por todo el mundo para que echara aire resplandeciente por los picos, por lo cual el orbe quedó iluminado. Chiminigagua, el señor de todas las cosas, el Ser Bueno, creó también el sol, la luna y todo lo que forma la belleza del universo.
La leyenda es un relato folclórico creado con elementos de ficción que puede tener base en algún suceso histórico, pero que con el paso de los años ha sido enriquecido con características fantasiosas. Suele servir para explicar algún acontecimiento histórico o propio de una comunidad.
ResponderEliminarPor su parte el mito es una narración también de carácter maravilloso, protagonizada normalmente por personajes sobrenaturales y heroicos, pero que en lugar de pretender narrar un suceso histórico buscan explicar el origen del mundo, los fenómenos naturales o determinados aspectos religiosos vinculados a esa comunidad o civilización.
https://www.youtube.com/watch?v=Z3Yqb_XMxp4
ResponderEliminareste vídeo puede ser muy util para alimentar su información espero les agrade
Leyenda de Bochica
ResponderEliminarDurante días y noches llovió tanto que se arruinaron las siembras; nadie volvió a salir de sus bohíos (casas), que también se vinieron al suelo, o se mojaron tanto que lo mismo servía tener techo de palma o no.
El Zipa, quien comandaba todo el imperio Chibcha, y los caciques, que eran como los capitanes o gobernadores de los poblados de la sabana, se reunieron para buscar una solución, pues no sabían qué hacer y el agua seguía cayendo del firmamento en torrentes. Se acordaron entonces de Bochica, un anciano blanco que no era de su tribu y quien había aparecido de repente en un cerro de la sabana.
Alto y de tez colorada, con ojos claros, barba blanca y muy larga que le llegaba hasta la cintura, vestía una túnica también larga, sandalias, y usaba un bastón para apoyarse. Él les había enseñado a sembrar y cultivar en las tierras bajas que quedaban próximas a la sabana; y a orar, y a tener una especie de código para los chibchas. Cuando se iniciaron las lluvias, Bochica estaba visitando el poblado de Sugamuxi (hoy Sogamoso), en donde había un templo dedicado al Sol.
Los chibchas decidieron llamarlo, porque pensaron que Bochica era un hombre bueno podría ayudarlos, o todo el imperio perecería a causa de la gigantesca inundación. El anciano dialogó con dificultad con los caciques, pues no dominaba su lengua, pero se hacía entender y le comprendían bastante. Se retiró a un rincón del bohío que tenía por habitación, rezó a su dios, que decía era uno solo. Luego salió y señaló hacia el suroccidente de la sabana.
Cientos de indios organizaron una especie de peregrinación con él. Se detuvieron después de varios días en el sitio exacto en donde la sabana terminaba, pero las aguas se agolpaban furiosas ante un cerco de rocas. Los árboles enormes y la vegetación selvática frenaban el ímpetu del agua. Bochica, con su bastón, miró al cielo y tocó con el palo las imponentes rocas. Ante la sorpresa y admiración de unos y la incredulidad de todos, las rocas se abrieron como si fueran de harina. El agua se volcó por las paredes, formando un hermoso salto de abundante espuma, con rugidos bestiales y dando origen a una catarata de más de 150 metros de altura. La sabana, poco a poco, volvió a su estado normal. Y allí quedó el "Salto del Tequendama". Dicen que Bochica, tiempo después, desapareció silenciosamente como había venido.